ARTE Y BIOENERGÉTICA

Wednesday, July 01, 2009

EL GUERRERO BIOENERGÉTICO


Estamos siendo atacados. Cada día, desde la mañana a la noche. Invadidos conciente e inconcientemente. Los tiempos han involucionado, y el ser humano, en su gran mayoría, los hombres, han impuesto la ley de la selva, la supervivencia del más fuerte económicamente. Cada vez más se ha determinado qué debe ser bueno y qué malo para que la masa humana gaste y consuma y deseche lo que determinan los poderosos.
¿Qué somos, qué tenemos, qué queda de nosotros frente a todo ese diseño de persona modelado y dirigido? Es lo que trataremos de dilucidar y elaborar las defensas mínimas para movernos dentro de ese sistema destructivo.
¿Porqué la figura de un guerrero? Para entender la necesidad de defendernos y atacar en defensa propia. No como un marine de EEUU, sino como un Ninja o un monje Shaolin.
Con una filosofía INDIVIDUAL, independiente de cualquier idea religiosa, política, o sectaria. Lo que no implica pertenecer a un típico grupo gregario. Pero lo ideal es como ser el médico y psicólogo de sí mismo, antes que ninguna relación comience.

LA CONCIENCIA DEL GUERRERO BIOENERGÉTICO

Para saber defendernos, el primer paso es conocernos y aceptarnos totalmente. Conocernos es un primer problema, y aceptarnos otro todavía más difícil.
Conocernos implica una autoevaluación, un recorrido a través de lo psíquico y lo físico. Pero desde adentro hacia fuera. En lo psíquico, haciendo una retrospectiva hasta donde nos acordemos, fijar recuerdos y una evolución de vida familiar. Qué nos determinó, qué nos influenció. Desde los caracteres de padre y madre, hasta los sucesos importantes y/o traumáticos por los que atravesamos desde niños. Objetivo principal: ubicar y aislar los miedos, traumas y puntos de energía psíquica negativos o diletantes.
En lo físico, reconstruir la historia de los fluidos, desde niños. Enfermedades, visitas a hospitales, accidentes y partes del cuerpo que sufrieron daños, para ubicar los puntos físicos débiles. En la civilización judeo cristiana, ha sido determinante la castración sexual en lo referente a los fluidos personales. Por lo tanto, habrá que regresar a reconstruir la historia de las primeras experiencias sexuales, y menstruales, para ubicar exactamente la dimensión de la autoaceptación energética personal.
Este proceso, como podrá advertirse, no es cosa de una sesión, una semana, ni un año. Puede llevar mucho tiempo, y es de sugerir que en una primera etapa, se esté dirigido en el proceso, porque existen puntos fijos, traumáticos que nos hacen perder la objetividad, con respecto a nuestra historia, y sobre todo a nuestro cuerpo. La influencia mediática modélica es demasiado fuerte, en la determinación social de el tipo de cuerpo que hay que tener para ser aceptado y supuestamente triunfante en la vida de relación.
O sea que tomar conciencia, es reflexionar y clarificar nuestra historia psíquica y física, biológica y fisiológica. Pero atención: todo dirigido a un objetivo: encaminarnos a ser guerrer@s bioenergéticos. Lo que implica el instinto de defensa y ataque. Que muchas veces la educación religiosa o moral no nos lo permite, en especial a las mujeres. Y en esto habrá que ser tan invasivo como la sociedad: tendremos que borrar los virus trojans que tenemos dentro y nos impiden defendernos, para liberar el instinto de supervivencia que subyace en todos nosotros.

CONOCERNOS Y ACEPTARNOS

¿Somos capaces de ignorar los modelos sociales que nos impone la mercadotecnia? Tanto a nivel físico como a nivel psicológico? Es el primer gran paso, dejar de pensar en ser otro, el que sea, para ver qué somos, cómo latimos. Qué nos provoca deseos, qué travesuras son las preferidas, qué nos hace sudar y qué nos hace poner en movimiento nuestros apetitos?
Y es un gran reto, porqué? Porque hay un férreo diseño de modelos. Desde el trabajo: las empresas ofrecen empleo a jóvenes esbeltos y caucásicos, al menos los mejores sueldos. En especial las mujeres, deben ser altas, de preferencia, rubias y delgadas. Y menores de treinta años. Los mayores, hombre y mujeres, y si además son gordos, están destinados al olvido o la mendicidad.
Salvo, que un excelente equilibrio de la persona genere una energía desbordante que altere los cánones de esta discriminatoria selección modélica.
Esto significa, en consecuencia, desnudarse, pararse frente al espejo, y no criticarnos, no decir ni que gorda estoy, ni qué caderas, o ya me salió abdomen de padre de tres hijos. Significa desnudarse y observarse detenidamente parte por parte del cuerpo, y saber qué caminos recorrimos para llegar a esa imagen, sea cualesquiera que fuera.
Si logramos ser objetivos en esta observación ( el espejo también debe ser interior, no solo lo que vemos con los ojos) comienza la etapa de aceptación. De apreciarse y QUERERSE. Eso que vemos es lo que somos. Lo que nació y lo que fue moldeándose en la vida. ¿Qué queremos cambios? Ah, pero no imponiéndose abruptamente, violentamente los modelos que harán que seamos aceptados por una mercadotecnia de moda. No es machacándonos en un gimnasio de mentes huecas con música alienante, donde nos vamos a hacer queribles por la sociedad.
¿Qué es aceptarse? Generar una primera energía positiva hacia uno mismo. NO ODIARSE. Entender que hasta el momento de auto observarnos, de detener el flujo inconciente de nuestros latidos, la vida hizo con nosotros lo que quiso. Que tuvimos que pasar por pruebas duras, amargas, desamores o frustraciones y traumas que nos marcaron el cuerpo y la psiquis.
La sociedad occidental ha denominado como DISMORFOBIA, al TOC ( Transtorno obsesivo compulsivo) o sea el rechazo y odio a alguna parte de nuestro cuerpo, que provoca el desequilibrio psíquico permanente y la obsesión por modificarlo.
Comunmente va asociado a la anorexia o la bulimia. Las indicaciones que se dan generalmente para tratarlo, es la ingestión de los potentes químicos tales como la fluoxetina o la paroxetina, que atan al individuo a comprar los productos de una empresa química, de por vida.
Es aquí donde interviene la palabra mágica: EQUILIBRIO. Hay que equilibrar la vida pasada con la futura, de la forma más natural posible. Transmutar los auto-odios, auto-exigencias, hacia las energías positivas que hagan de nosotros una masa de energía positiva en movimiento.
¿Cómo? Con paciencia, y preferiblemente, un Witness, un testigo que nos acompañe en el proceso, para objetivizarnos. Pero no un gurú. Tendemos por educación, a buscar un Maestro a quien trasladar todas las responsabilidades de nuestras fallas y debilidades. Lo difícil es ser nosotros mismos un Gurú acompañado de un Witness.

EL GUERRERO SE PREPARA
Ya nos hemos aceptado (o al menos hemos empezado a recorrer el camino). Se trata primero que nada ver cómo circulan nuestros ríos interiores. Cuán normal se mueve nuestra sangre, nuestra savia vital, nuestra linfa, nuestros líquidos sexuales.
El primer paso consistirá en hacer liviana la sangre. Haremos una reconstrucción de las grasas, lípidos, químicos con que hemos estado ensuciando el organismo a través de la autopista sanguínea. Al menos durante tres lunas tendremos que hacer un estricto régimen alimenticio para comenzar a despojar las venas y arterias de las grasas químicos y otras sustancias adheridas. Esto, aunque NO tengamos el colesterol alto, ni triglicéridos. Aunque nos sintamos de excelente salud. Nos tenemos que limpiar, de todas maneras.
El segundo paso, tan difícil como el anterior, es ver qué hemos hecho con nuestro sexo, Y QUÉ HACEMOS. En occidente, esto es extremadamente difícil, por las presiones sociales, machistas, feministas, religiosas, psiquiátricas, etc etc.
Se trata de determinar qué frecuencia hemos venido teniendo de pulsiones sexuales, en otras palabras, CUÁNDO TENEMOS GANAS. Al margen de todo otro concepto, si tenemos pareja o no tenemos pareja, si tenemos que cumplir con obligaciones sexuales o no, tenemos que llegar a determinar nuestro PROPIO RITMO SEXUAL. Cuándo, cada cuanto, sentimos la pulsión, más allá de que la satisfagamos o no. Esto quiere decir, NATURALMENTE, sin que tomemos viagra ni veamos una película erótica, sino cuando, sin que nosotros SEPAMOS porqué, sentimos la pulsión sexual.
Esto, porque a partir de el momento que lo descubramos, sabremos que el camino bioenergético hacia el equilibrio es, no solamente tener la autopista sanguínea sin baches, sino dar salida a la pulsión sexual cada vez que se presente. Sol@s o acompañad@s.
Estas primeras dos premisas nos llevan a la SALUD BIOENERGÉTICA, al equilibrio de los líquidos. A la determinación psíquico –corporal del principio del placer saludable, o la sensación de equilibrio agradable, que es lo que Occidente le llamaría felicidad.



EL DICHOSO EQUILIBRIO

Decimos que estamos de los nervios. O con los nervios de punta. En realidad estamos en situaciones límite. Repasemos los escenarios posibles: Es factible que:
a- No hayamos comido bien o hayamos comido demasiado. Los jugos gástricos se han transformado en bilis.
b- Estemos muy inquietos sexualmente por falta de actividad, o estemos exhaustos por demasiada actividad, o por actividad no querida o no bien encausada.
c- Situaciones externas a nosotros, nos mueven negativamente, por no poder participar en las soluciones, o por estar bloqueados en la solución de esos problemas que sin embargo, nos afectan sensitivamente.

d- Además, el movimiento planetario ( en especial la luna) está en una posición
adversa a nuestros líquidos corporales . ( recordar que la luna mueve nuestros
líquidos de la misma manera que mueve las mareas marítimas o el crecimiento
de las plantas).

e- Ya con la confluencia de dos de estos factores, estaremos en situación de
desequilibrio líquido, y por lo tanto, sensitivo.

Y entonces, ¿qué hacer? Porque obviamente, lo más probable es que nos equivoquemos física o psíquicamente, a cada paso que demos.
La quietud es necesaria para la autoobservación, concentración y conciencia de donde estamos parados y cómo nos sentimos.
A partir de un diagnóstico lo más aproximado y objetivo posible, podemos movernos en alguna dirección, cuidadosamente, y siempre con la conciencia de que nuestra energía no es la más aconsejable para movernos mucho o rápido en ese momento. Y mucho menos, de tomar decisiones.


LOS ENEMIGOS


Si asumimos la actitud de guerrero, debemos asumir que estamos solos, absolutamente solos, ante la creación, todo lo que se mueve o está quieto. Luego, que estamos solos y en guerra, o sea, enfrentados a gente y cosas que no nos gustan, que no son como nosotros, y que nos presionan a que cambiemos lo que somos o lo que tenemos por algo que no nos cabe, no nos entra o no nos satisface. Esa es la guerra cotidiana a la que nos enfrentamos.
¿Enemigos en esa guerra? El primero es la parte negativa de nosotros.
El segundo, es el sentido común de la sociedad en que vivimos, programado por el status quo de los que controlan y manipulan esa sociedad. Formas de vida, usos y costumbres, leyes y ordenanzas que rigen cada acto y minuto, bajo una supuesta libertad. Este enemigo es sutil y peligroso, porque es como el aire que respiramos, un 70% nos hace bien, y un 30% mal. Por ello, no es enfrentándonos abiertamente como vamos a hacernos bien, más bien vamos a estrellarnos frontalmente y los perjudicados seremos nosotros mismos. Avances y retrocesos, buscando los huecos de ese 30%, para encontrar los pequeños espacios de felicidad a nuestra manera y nuestro propio modo de ser.
Finalmente el tercer enemigo, es la parte negativa de la gente que amamos, y de la gente con que convivimos a diario. Pareja, familia, vecinos. Algunos distanciables, otros no. Pero todos y cada uno, con una incidencia sensitiva lo suficientemente fuerte como para movernos los líquidos y humores, y por default, el equilibrio bioenergético.

De todos, es el más difícil. Porque es extremadamente difícil manejar el equilibrio de las relaciones con la gente con la que tenemos un lazo afectivo profundo o de mucho tiempo, porque nos conocen al derecho y al revés, porque saben nuestros puntos sensibles y donde cojeamos. Y del amor al odio hay medio paso, en momentos de irracionalidad afectiva. ¿Cómo hacer con ellos?
¿Crear un punto de cierre automático de sistemas afectivos? Puede ser, pero no es seguro que nos funcione siempre, como las alarmas antisísmicas que deberían funcionar un minuto antes de un sismo de consideración. ¿Enfriarnos afectivamente para no sufrir? Nos quitaría espontaneidad, y las relaciones afectivas ya no serían las mismas, por lo menos en cuanto a lo que nace y lo que no nace. ¿Envolvernos en el fuego pasional de que salga lo que tenga que salir? Nos puede envolver en el típico caos de las relaciones de telenovelas, hoy te amo, mañana te mato a golpes.
Como se trata de un problema de temperaturas, cada persona maneja un termómetro diferente, y no hay fórmulas para los combates cotidianos con los seres afectivos y que conviven con nosotros. La conciencia de la diferencia de temperaturas puede ser la mejor señal, ver cómo está el clima afuera para saber qué nos ponemos CADA DÍA. Sin fórmulas previas, sin predisposiciones.
Saber leer la química de los demás y la propia, en consonancia. Leer las diferencias, olerlas, como hacen los perros, olerlas a distancia.


LAS DISCIPLINAS NECESARIAS

Hay un gran problema en Occidente, y es que continuamente la publicidad de la mercadotecnia nos está tratando de vulnerar la voluntad. Nos presionan, nos inducen, nos empujan al consumo, a “probar aunque sea” lo que venden, con el pretexto de hacernos sentir más seguros, o más exitosos. Y es un gran problema porque sin hacernos una programática y cumplirla disciplinadamente, no llegaremos a ningún lado ni haremos de nosotros mismos nada diferente a lo que veníamos siendo.
Puede ser también que no la tengamos a la dichosa disciplina, y que no tenga sentido mentirnos la posibilidad de hacer una imagen futura de nosotros que quedará en el boceto. Démonos entonces, la posibilidad de discernir en primer lugar, SI SOMOS O NO CAPACES de fijarnos una disciplina, por flexible que sea, y cumplirla.
Supongamos que hemos decidido que sí somos capaces de emprender una disciplina. Es necesario entonces, tomar conciencia que no habrá otro gurú que nosotros mismos. Ni Dios nos va a mirar, ni el Swami que nos da yoga, vendrá a observarnos todo el día para ver si cumplimos o no. Y somos lo suficientemente tramposos como para engañarnos.
Pero también es importante que hagamos las cosas para nosotros y no para que nos miren o impresionar a los que nos rodean. O sea, el “mira como he cambiado” o “ cuanto he crecido” está de más.
El guerrero bioenergético está solo. Es más, generalmente es despreciado o humillado porque no entre en la rueda del “sentido común” social. Ni el mismo Wilhelm Reich, padre de la bioenergética, pudo escapar de esto. Y es necesaria una disciplina muy rígida para que no nos importe la opinión o el desprecio externo.



Escapar de la depresión o la tristeza, es imposible, por más guerreros que nos sintamos. Somos humanos, somos vulnerables. Lo importante es tomar conciencia y tratar que nos afecte lo menos posible, el ataque, contra nuestra programática.
¿Cómo sanar el ego en esos casos? Ajustarse a la soledad. Convencerse que no somos mayoría en un mundo equivocado. Equivocado desde nuestro punto de vista, claro. Porque si son más los que piensan que son necesarias las armas para imponer una paz materialista, ellos pensarán que nosotros somos los equivocados.
Por lo tanto, se hace necesario, muy necesario, disciplinarnos en una actitud de ignorancia respetuosa de la opinión de los demás con respecto a la dinámica que hayamos resuelto para nosotros mismos. Ignorancia, por aceptar sin euforias ni depresiones lo que piensen o no piensen de nosotros, y respeto, por no entrarle al juego competitivo si algo es mejor o peor que otra cosa. Que si Dios está en esa religión o no está, que si la violencia de legítima defensa es necesaria o no, que si se puede salvar al mundo o no. Cada persona es cada persona, y su continente químico es diferente y único.
Entonces, la misión personal es decantarnos por lo sano frente a lo enfermo, y construir frente a la actitud de destruir. Y encerrarnos en una primera etapa en nosotros mismos, para reconocer nuestros latidos, nuestras turgencias, entender el torrente de nuestra sangre, y cantarla, bailarla. Sentir los latidos que nos provoca el caudal sanguíneo y el linfático. Y desplegar la vena artística que TODOS llevamos dentro, a partir de lo único que es irrepetible de nosotros: lo que nos da vida y nos mueve, nuestros líquidos. Bailar la sangre. Captar el ritmo cardiaco y bailar a su ritmo. Así habrá empezado la danza ritual del guerrero bioenergético.-

Carlos Romera y Figueroa-Wild, luna creciente en libra, 2009

0 Comments:

Post a Comment

<< Home